
El balance turístico de 2020 para los hoteles y alojamientos turísticos de la provincia de Alicante es devastador. Se cierra el peor año que se recuerda, con cuatro meses en blanco y una tasa de ocupación media del 44,1% el resto de meses en los que ha estado permitido trabajar. Esa cifra es 32,2 puntos porcentuales inferior a la registrada en el cierre de 2019, que alcanzó un 76,3% y pudo desarrollarse en condiciones de plena normalidad.
Estos registros ponen de relieve las nefastas consecuencias que la pandemia ha tenido sobre el turismo y el catastrófico efecto de las constantes y cambiantes restricciones a los desplazamientos, reuniones, restauración u ocio en general.
En esta línea, el último mes del año ha sido decepcionante para los hoteles y alojamientos turísticos de la provincia de Alicante. Las esperanzas estaban puestas en la campaña de Navidad, para la que se habían llevado a cabo importantes acciones promocionales tanto en los destinos como en los propios establecimientos. Sin embargo, las medidas impuestas por el gobierno autonómico para tratar de frenar la expansión del virus supusieron un jarro de agua fría en el peor momento y sin posibilidad de reacción ni alternativa para los negocios turísticos, abocados nuevamente a continuar una agonía que se alarga inexorablemente.
Los datos de diciembre recogen una tasa de ocupación del 29,2%, a gran distancia del 56,9% que se registraba el mismo mes de 2019. Hay que agregar, además, que el 35,8% de las plazas hoteleras han permanecido cerradas.
Por localidades, los datos reflejan algunos contrastes relevantes. Los valores menos negativos se dan en Jávea (50,9%), Guardamar (50,9%), establecimientos de interior (49,3%), Playa de San Juan (41,1%) o Elche (37,1%). Los peores registros se dan en Orihuela-Algorfa (34,9%), ciudad de Alicante (23,9%) o Santa Pola (13,5%). De manera agregada, los establecimientos de costa y playas llegan al 41,8% y los de interior superan esta cifra, con un 44,8%.
Sobre la procedencia de la demanda turística, los turistas llegados de fuera de España alcanzaron un 31,1%, mientras que los de origen nacional han sido el 68,9%.
El comienzo del año está condicionado por las últimas restricciones publicadas, que empeoran si cabe la perspectiva al impedir que la demanda de proximidad, la única con capacidad de desplazamiento hasta ahora, pueda salir o entrar de localidades de más de 50.000 habitantes los fines de semana. Esta medida limita enormemente el uso del bono turístico y condena a los establecimientos ubicados en estos municipios a no recibir visitantes foráneos. La perspectiva del corto plazo es, por tanto, muy negativa y sólo queda confiar en que la paulatina mejora de la situación sanitaria gracias a las restricciones y sobre todo a la vacunación puedan permitir recobrar la actividad en unos meses. Es momento de apoyar económicamente al sector del alojamiento para evitar cierres masivos y definitivos, de poner todos los medios necesarios para que la vacunación sea un éxito y de planificar acciones promocionales que permitan seducir a la demanda latente que espera volver a viajar en cuanto cesen las limitaciones.